miércoles, 18 de agosto de 2010

Tema 8 primera sesion: Don Bosco Fundador


Uno de los aspectos esenciales que, quien se prepara a ser Cooperador, ha de descubrir en la figura histórica de Don Bosco es que fundó este Grupo específico de su Familia apostólica.

La presencia en la Iglesia de la Asociación de Cooperadores no obedece sólo a una mera iniciativa humana, ni al deseo de responder a unas necesidades urgentes de los jóvenes y de las gentes sencillas por parte de un grupo de personas de buena voluntad, sino a una inspiración de lo alto, que impulsa a Juan Bosco a asociar a los seglares y a otros cristianos a su proyecto y compromiso de salvación de la juventud.

De ahí que, en esta fase del proceso formativo, se deba tratar qué es una fundación, a quién se puede llamar "Fundador" y quién es "SU FUNDADOR".


¿Qué se entiende por "Fundador" en la iglesia?

Ya, más en concreto y en sentido carismático específico, es la persona llamada por Dios, no sólo a crear o poner en marcha una nueva institución, sino a dar vida y a vivir personalmente la experiencia del Espíritu que debe caracterizar a esa institución u obra. Lo cual significa haber tenido la llamada o "vocación" divina a comenzar, personal-mente, esa experiencia evangélica.

Cuando hablamos de "carisma", nos referimos a "un don gratuito" de naturaleza espiritual, que Dios concede a una persona en la Iglesia, para el servicio de todo el Pueblo de Dios. Así pues, la "inspiración carismática" supone una experiencia de Espíritu Santo, iniciada por un Fundador y dejada en herencia a sus discípulos para vivirla, guardarla, defenderla y hacerla crecer, en sintonía con el Cuerpo de Cristo, que crece a través de los siglos, según la animación del Espíritu.


La referencia al Fundador y a su experiencia

La referencia vocacional a hacer, a crear, nos lleva inevitablemente, para comprender a fondo la identidad carismático-espiritual de cualquier institución, -en nuestro caso, de los Cooperadores-, a su Fundador, -para nosotros, Don Bosco. Para entender ese título de "Fundador", atribuido por la Iglesia a una persona, se ha de comprobar que:

se ha sentido "llamada por Dios";

ha transmitido un don peculiar, con su experiencia, y ha dado una configuración a su espíritu;

- ha concebido la idea de la Institución y sus finalidades;

ha dado al Grupo de seguidores o discípulos normas de vida y de organización;

- ha recibido -por lo que a los aspectos histórico-jurídico y teológico se refiere-, la aprobación de la Iglesia, que es quien discierne los carismas.


El "carisma del Fundador"

El Concilio Vaticano II, para mayor claridad, nos habla de otro elemento importante, el carisma del Fundador, entendido como una determinada experiencia del Espíritu, transmitida a los propios discípulos, para que éstos la vivan, la custodien, la profundicen y desarrollen constantemente, en sintonía con el resto del Pueblo de Dios.

Todo esto comporta:

- un particular estilo de vida, de santificación y de apostolado (en nuestra Familia, lo llamamos "espíritu salesiano");

una peculiar experiencia evangélica del Fundador, destinada a perdurar y. a desarrollarse, pues no está ligada histórica y únicamente a su persona.

Primeras intuiciones y primeros pasos

Don Bosco llega a Turín en 1841, recién ordenado sacerdote, y descubre esa triste realidad. Comprueba la necesidad que estos jóvenes tienen de una palabra amiga, de afecto, de calor humano, de amor. No sólo necesitan comida y cobijo, sino una familia, con lo que ésta supone: afecto, presencia amiga, seguridad, alimento, techo, ropa, instrucción adecuada, educación, preocupación por el trabajo... En esos momentos, Juan Bosco empieza a "entender" el "sueño de los nueve años": el Espíritu le mueve a dar respuestas concretas a las necesidades de esa juventud. En un principio, Don Bosco no tiene idea clara acerca del tipo de acción que su vocación le pide; pero sí está seguro de que la Providencia le lleva, gradualmente, a ser "fundador" de obras en favor de los jóvenes. Es consciente de que no puede actuar solo ni conseguir gran cosa... Y busca una posible "unión de fuerzas apostólicas" con las que formar una "familia". Así nace en Turín la "Obra de los Oratorios", en la que trabajan sacerdotes, madres de familia, seglares ricos y pobres, jóvenes y adultos. Estos colaboradores se agrupan en la así llamada, por aquel entonces, "Congregación de San Francisco de Sales". Es el año 1850.


Muy pronto ve Don Bosco la necesidad de distinguir dos tipos de colaboradores:

" los que pueden disponer de sí mismos y se creen llamados", se agrupan en torno a él, en una vida de comunidad... (llegando a ser religiosos); los demás, los "externos", viven con sus familias, pero continúan en la "Obra de los Oratorios". Los primeros se agruparán en la "Pía Sociedad de San Francisco de Sales" y se llamarán "Salesianos"; los segundos, lo harán en la "Unión o Congregación de San Francisco de Sales" y se les llamará "promotores o cooperadores", unidos a los Socios (los religiosos) para actuar en favor de la juventud pobre y abandonada.

Hasta ese momento, la dedicación de todos ellos en favor de los muchachos es exclusiva. Pero la Providencia va sugiriendo a Juan Bosco la preocupación por la juventud femenina. Basándose en un grupo de jóvenes de Mornese, animadas por

María D. Mazzarello, funda con ellas, en 1872, el "Instituto de las Hijas de María Auxiliadora".

De este modo, queda configurado el proyecto fundacional de Don Bosco: los tres grupos iniciales forman una "familia espiritual" diversificada en sus componentes, pero fuerte e íntimamente unida en su dedicación plena a la juventud pobre y abandonada y a las clases populares. Esta familia espiritual tiene un carácter único y peculiar.

Don Bosco aparece así como el iniciador de una experiencia de tipo carismático original, constituyéndose en punto de referencia obligado para todos los que, desde cualquier estado y condición, intentan seguirle.


jueves, 8 de julio de 2010

Tema 7 - segunda sesion: DON BOSCO CON DIOS


Maestro de espiritualidad
Entre dificultades de todo tipo, había florecido en Valdocco una original experiencia del Espíritu, un nuevo modelo educativo y pastoral. Don Bosco pertenece a una constelación de santos Fundadores. Es, en efecto, el padre de una gran descendencia espiritual: Salesiano, Hijas de María Auxiliadora,
Cooperadores y otros grupos suscitados por el Espíritu Santo, que viven su espíritu y realizan su misión, con funciones específicas.

Es una de las figuras más representativas de esa santidad, que ha sido llamada "escuela de santidad turinesa". Una escuela que, en el espacio de un siglo, ha visto florecer a unos sesenta Santos, Beatos y Siervos de Dios, interdependientes y distintos, cuyo anhelo común es orar y trabajar. Una escuela que se ha distinguido por su equilibrio práctico, lleno de criterio; por su actitud de prudencia y de independencia política; por su tradicionalismo, que no excluye, sobre todo en Don Bosco, - el más combativo de todos contra el anticlericalismo dominante -, audacia creadora, gran espíritu de iniciativa y capacidad de apertura constructiva ante las necesidades de la Iglesia, en la frontera de los nuevos tiempos.

A la distancia de los años, podemos constatar que Don Bosco se encuentra a la cabeza, no sólo de una numerosa posteridad espiritual, sino también de una verdadera y propia corriente espiritual en la Iglesia, que está empapando al mundo, y de una auténtica escuela de espiritualidad.

Una espiritualidad original: apostólica o, dicho de otro modo, una espiritualidad de la acción. El cristiano de hoy, tentado por la dificultad de ensamblar en una unidad vital el ser y el obrar, el amor a Dios y el amor al prójimo, la oración y el trabajo, la acción y la contemplación, encontrará en Don Bosco un modelo concreto de unidad espiritual, vivida en la intensidad de una vida activa.

"Los santos no envejecen, - ha dicho Juan Pablo II -, son siempre los hombres y las mujeres del mañana, los hombres del porvenir evangélico del hombre y de la Iglesia, los testigos del mundo futuro".
El hecho de que Don Bosco triunfa todavía y atraiga hacia sí poderosamente a multitud de jóvenes y de fieles, demuestra que posee en sí mismo algo que desafía a los siglos.
Cuantos viven en su órbita o se siente deseosos de familiarizarse con él, pueden recoger sin temor el mensaje de su "santidad", simple y profunda, cautivadora y simpática, aunque honda y exigente. En efecto, Don Bosco, tan amable y comprensivo, nos quiere "no "mundanos", sino en el mundo; no amorfos, sino con una identidad propia; no anticuados, sino como actuales profetas de las realidades que nos anuncia y abre la Pascua, cultores de una renovación exigente, protagonistas de una historia de Salvación". El don más grande que podemos ofrecer a los demás es precisamente nuestra santidad... (ver art. 50 del PVA)'.

Don Bosco, decidió hacerse pastor de unos jóvenes que ni sabían a qué parroquia pertenecían, y así convirtió la calle, las plazas y los lugares de trabajo en ambientes aptos para el anuncio del Evangelio y la acción pastoral. Esta decisión le acarreó muchas críticas y desconfianzas. Hubiera estado mejor visto que se decidiera a seguir el camino y las funciones de un sacerdote de corte tradicional. Pero él no hizo caso de las críticas y optó por un estilo de acción pastoral que ofreciera a los jóvenes más humildes la experiencia de una Iglesia más cercana y más accesible. Esto no significó nunca que el programa de vida cristiana propuesto no fuera exigente. De hecho, el modelo de santidad juvenil de Don Bosco les entusiasmaba.
También hoy los jóvenes necesitan y esperan propuestas valientes, que les abran aquellos horizontes de identidad cristiana que pueden dar sentido a su vida. Esperan que se les ofrezca una religión cristiana que no se reduzca a una lista de prohibiciones.
Necesitan descubrir a Cristo como El se manifestó: el camino, la verdad y la vida. Porque, como ha manifestado Helder Cámara, "muchas esperanzas para conseguir un mundo más justo y más humano han echado raíces y han encontrado apoyo en los jóvenes".
Pues bien, para ello es indispensable el testimonio de los educadores cristianos y de todos los que los quieren de veras y se entregan a ellos con un verdadero espíritu evangélico. Así supo hacerlo Don Bosco en su tiempo"

La opción mariana de Don Bosco
"Sabemos que Juan Bosco nació y se educó en un ambiente profundamente mariano, por tradición de su Iglesia local y de la piedad familiar".
Baste recordar cómo, pocos días después de su vestición clerical, - octubre de 1835 -, la víspera de su partida para el seminario, Mamá Margarita lo llamó aparte y le dirigió aquellas memorables palabras: "Juan, hijo mío, ... cuando viniste al mundo, te consagré a la Virgen; cuando comenzaste los estudios, te recomendé la devoción a nuestra Madre; ahora te recomiendo que seas devoto suyo; ama a los compañeros devotos de María; y, si llegas a ser sacerdote, recomienda y propaga siempre la devoción a María".
Considero de particular interés hacer notar que ya a los nueve años, en el histórico sueño (que se repetirá varias veces, y al cual Don Bosco atribuye particular incidencia en su vida), María se asoma a su conciencia de fe como un personaje importante, interesado directamente en un proyecto de misión para su vida; es una Señora que muestra particulares preocupaciones `pastorales' hacia la juventud: efectivamente, se le presenta `vestida de Pastora'70. Digamos en seguida que no es Juanito quien escoge a María, sino que es María quien se presenta con la iniciativa de la elección: Ella, a petición de su Hijo, será la inspiradora y la Maestra de su vocación.

Este sentido íntimo de una relación personal de María con él, ayudará espontáneamente a Don Bosco a cultivar en su corazón una atención y un afecto que van más allá de las diversas fiestas y títulos marianos, localmente más venerados, que ciertamente él apreciaba y sabía festejar con entusiasmo.
Siempre será característica suya esta actitud de relación personal con la Virgen: su devoción mariana le lleva a considerar directamente a María como una persona viva; en ella contempla y admira todas sus grandezas, sus múltiples funciones e innumerables títulos de veneración.

UNA ESPIRITUALIDAD INSPIRADA EN MARÍA
"Una de las características más notables de la espiritualidad de Don Bosco fue la devoción a la Virgen. La presencia de María fue constante en la vida de Don Bosco. Se puede afirmar que estuvo presente en su vida desde el primer instante. Y nunca le abandonó.
En el sueño de los nueve años, María se le aparece como la pastora de sus jóvenes y le revela cuál es su misión y cómo tiene que llevarla a cabo. Desde entonces, tuvo la sensación de vivir constantemente bajo la guía maternal de María. "María es la funda-dora de nuestra obra y será siempre nuestra ayuda. Hasta ahora hemos caminado siempre sobre seguro y no podemos equivocarnos: es María quien nos guía".
Era muy viva la presencia de María en la vida de Don Bosco y en la de los jóvenes que estaban con él. No la imaginaba ni como un ideal abstracto y lejano, ni como un simple objeto de culto, sino como una madre cercana, que muestra su amor y hace sentir la proximidad de la misericordia de Dios. Ella era una prueba evidente y una manifestación
clara de las maravillas del Señor.
Entre todos los títulos marianos, Don Bosco mostró predilección por dos, que configuraron su estilo de devoción a la Virgen María: el de Inmaculada y el de Auxiliadora. La Inmaculada era una invitación constante a la pureza y a una vida de seguimiento de Cristo coherente y generosa. María Auxiliadora significaba la ayuda maternal a la Iglesia que peregrina en un mundo hostil y. también, a los creyentes que luchan en el mar
tempestuoso de la vida. "La Virgen Santísima - afirmaba - quiere que la veneremos con el
título de Marra Auxiliadora. Los tiempos que vivimos son difíciles y necesitamos que Ella
nos ayude a conservar y defender la fe cristiana" 73
María Auxiliadora, según Don Bosco, era el modelo de fidelidad en el servicio a la
Iglesia y una invitación al compromiso apostólico en la comunidad cristiana. Así lo
enseñaba a los jóvenes y a la gente sencilla del pueblo. La basílica que construyó en
Turín fue un homenaje a María y, al mismo tiempo, un gran centro de irradiación de vida
cristiana y de amor al Pueblo de Dios.
Los rasgos que caracterizan la espiritualidad de Don Bosco son dé una actualidad
incuestionable para los que son miembros de la iglesia en este final del siglo XX. Por otra parte, adoptar su manera de entregar la propia vida por el bien de los jóvenes es hoy también una garantía de fidelidad a Cristo. Dios, que enriqueció a la Iglesia con la personalidad de Don Bosco, quiere que ésta se acerque a los jóvenes, sobre todo a los más humildes y los más pobres. Su evangelización es una exigencia de siempre y, mucho más, ahora que Juan Pablo II nos llama a la nueva evangelización de un pueblo agotado por el materialismo"

Tema 7 - primera sesion: DON BOSCO CON DIOS


Si la fe de un cristiano no tiene sentido sin una "relación" fuerte y constante con Dios ("religión"), la existencia de Don Bosco y su fecunda obra no podrían explicarse sin la presencia de Dios en su vida. Así pues, con este tema, queremos aproximarnos a la intimidad con el Señor de nuestro Padre, ver su capacidad de oración y su unión constante con El, la fecundidad que la vivencia espiritual de este "Maestro de vida" ha supuesto para todos nosotros, qué tipo de espiritualidad nos ha dejado, quiénes han influido en esta rica herencia, qué supone hoy para nuestra vida de acción y de trabajo, de presencia en el mundo y entre los jóvenes; qué facetas son más urgentes, ahora, en nuestra situación concreta, etc.
Como para Juan Bosco, María constituye una realidad y una dimensión constante en la vida de la Iglesia, de la Familia Salesiana y del Cooperador. Por eso, se tratará este punto de manera unitaria, aunque en otros temas haya ya numerosas referencias.
El tema pretende, dada su importancia, llegar a motivar, en quien se prepara a ser Cooperador, una verdadera reacción vital. Si la "santidad", a la que nos invita el PVA en el art. 50, no es más que "crecer en la fe y en el amor", el tema de la espiritualidad y de las relaciones con Dios ha de centrar, a estas alturas de la Etapa, una síntesis segura en cada "proyecto personal de vida".

Qué es y qué se entiende por "espiritualidad"
"Espiritualidad" es una realidad y una palabra compleja. En términos generales, se puede afirmar que no se trata de un aspecto más de la vida, sino que toda la existencia se vive desde una perspectiva y una opción concreta, según los dinamismos infundidos por Dios en nuestros corazones con el Bautismo. En el fondo, es "el modo de ser cristiano, el modo que cada uno de nosotros tiene de vivir como hijo de Dios".

Es, también, una "gracia", una "propuesta" y un "camino" de vida en Dios:
  • mediante la fe, que lo descubre en los acontecimientos y en las personas;
  • mediante la esperanza, que rastrea sus pasos en la historia y aguarda el encuentrodefinitivo con El;
  • mediante la caridad, que lo busca y se adhiere continuamente a su voluntad, a su "proyecto".
Se puede afirmar que toda "espiritualidad" está condicionada por el tiempo, la cultura y
lasa circunstancias en las que se desarrolla. En la raíz de la espiritualidad de cada cristiano y, sobre todo, en la de cada Santo, de cada Fundador, hay un elemento que caracteriza, de modo especial, esa espiritualidad concreta. Por ejemplo, en Felipe Neri, "el gozo de saberse hijos de Dios"; en Ignacio de Loyola, la convicción de ser "un soldado", un "servidor" de Jesucristo y de la Iglesia; en José B. Cottolengo, "el abandono total en la divina Providencia"; en Francisco de Asís, "la pobreza y la sencillez", etc.

Lo peculiar en la espiritualidad de Don Bosco
El elemento más específico que, - a través de su vocación, vida, obra y enseñanzas -, descubrimos en la raíz de la espiritualidad de Juan Bosco es el amor personalizado -
grande, intenso e incesante - a los jóvenes. Un amor que brota de su amor profundo y recio a Dios. Tan compenetrados están estos dos aspectos en su vida, que repetía con insistencia: "El amor a Dios nos ayuda a amar a los jóvenes; y el amor a los jóvenes nos impulsa a amar a Dios". Los dos se funden, en él, en una sola cosa. Repite una y otra vez: "Entre las cosas divinas, la más divina es cooperar con Dios en la salvación de las almas". Es la conclusión lógica de su amor a
Dios y al prójimo.

La "caridad pastoral", elemento primordial
Estos dos amores van a ser la fuente y el centro de su espiritualidad, lo que hoy llamamos "caridad pastoral". Pero con un matiz muy claro, hasta el punto de poder definirla como "caridad pedagógica", es decir, un amor que establece relaciones educativas, que se acerca al joven, a la persona, para ayudarle a abrirse, a descubrir la riqueza y el valor de la vida, a crecer...
Es una caridad que vuelca sus preferencias en los humildes, en quienes tienen mayores
dificultades, en los miembros de las clases populares.
Así pues, se puede afirmar que Don Bosco alcanza y realiza su santidad en la educación,
como "santidad educativa"'.

Características de su espiritualidad
En la espiritualidad de Don Bosco podemos descubrir:
  • unas raíces populares: valora los elementos evangélicos de los que la gente sencilla de su tiempo es portadora;
  • el influjo de su madre, Mamá Margarita;
  • un tipo de relaciones-con Dios, llenas de sencillez y hondura;
  • una confianza total en Dios Padre y el abandono en su Providencia;
  • un amor intenso y total a Dios, a Jesucristo y, en Él, al prójimo;
  • una fuerte y tierna relación con Jesús-Eucaristía;
  • un sentido real y concreto del pecado como ofensa a Dios y, por consiguiente, de la lucha sin cuartel contra el mismo, así como del valor y necesidad de la Reconciliación;
  • por último, la presencia y la referencia constante a la Madre del Salvador y de la Iglesia, María, Inmaculada y Auxiliadora.
Oración y estilo de oración en Don Bosco
Debido a la actividad continua y variada de Don Bosco, no se puede eludir una pregunta: "¿Podrá rezar Don Bosco?" Tal ritmo de vida no podrá dejar tiempo para la oración "formal", explícita (rezar). Esta actitud creó no poco escándalo en una época en la que bastantes consideraban que el trabajo era tiempo restado a la oración. La "oración rezada" reclama suspensión de toda actividad externa, concentración, recogimiento, lugar y tiempo apropiados; cosas que, en una vida dominada por la acción, como la de Don Bosco, parecen totalmente imposibles... Su Causa de Beatificación tuvo que hacer frente a esta objeción: "¿Cuándo rezaba Don Bosco?", objetó el Promotor de la fe. Ciertamente, Don Bosco había rezado, pero parecía que no lo suficiente. Se alejaba del modelo tradicional de los demás santos. En realidad, Don Bosco no dedicaba largos ratos, como hacían otros, a la meditación. Pero tener un modo propio de oración no es lo mismo que rezar o rezar demasiado poco. Sin duda, Don Bosco fue un "hombre de oración" y de altísima contemplación: se puede decir que rezaba siempre, en la calle, en los viajes, en su habitación. Siempre estaba en la presencia de Dios, según todos los testigos. Por eso, la respuesta a la objeción del Proceso fue rápida y contundente: "Y ¿cuándo no rezaba Don Bosco?".

En cualquier momento que se le pidiera consejo espiritual, lo tenía a punto, "como si saliese, en aquel momento, de conversar con Dios". Cuando rezaba, `parecía un ángel", en opinión de sus jóvenes, y el que estaba cerca de él no podía por menos de rezar también. Otras veces, lo chicos del Oratorio afirman: "Parece que ve a nuestro Señor...".

La oración de Don Bosco toma cuerpo en lo que él llama prácticas de piedad: oraciones y actos de piedad, confesión frecuente y comunión, retiros, Ejercicios... Son las que él llama las "prácticas del buen cristiano". Pero, debido a la vida activa y, por tanto, a la falta de tiempo para demasiadas prácticas de piedad en común, Don Bosco recomienda a los suyos, para la oración personal, oraciones breves o "jaculatorias". "Las jaculatorias recogen brevemente la oración vocal y mental, salen del corazón y van a Dios. Son dar-dos inflamados que envían a Dios los afectos del corazón y hieren a los enemigos del alma, las tentaciones y los vicios". Podrán sustituir a la meditación, cuando no puede hacerse, les aclara a los religiosos salesianos.

Acción y contemplación, trabajo y oración no son sino dos momentos del mismo amor de caridad, que da consistencia y unidad a la vida. Entre oración y trabajo se produce una relación perfecta de identidad.
Sólo en este sentido se puede decir que el trabajo es oración. Don Bosco fue un trabajador formidable y un gran orante, con una oración íntima, sentida, sin grietas, oculta bajo un semblante sereno y un obrar espontáneo.

Una vida centrada en los Sacramentos y el apostolado
"El programa de vida cristiana apropiado a los jóvenes incluye la relación personal con Dios y el compromiso apostólico. Cristo ha de ser conocido y amado como un amigo vivo, presente en la vida de cada día. En concreto, Don Bosco enseñaba a los jóvenes a hacer la experiencia del encuentro con el Cristo que salva, sobre todo mediante los sacramentos de la Eucaristía y de la Reconciliación.
Estos dos sacramentos, vividos como experiencias de fe, son la base de la vida espiritual y de la creatividad apostólica. La Eucaristía es el memorial del amor de Dios a los hombres, manifestado en Cristo muerto y resucitado,- y, al mismo tiempo, una invitación constante a la comunión con El. El sacramento de la Reconciliación es expresión de la misericordia de Dios, infinitamente más grande que los pecados de los hombres.

Asumir el compromiso apostolico
Don Bosco invitaba a los jóvenes a asumir un compromiso apostólico, a ser apóstoles de las personas en los ambientes donde vivían, como fruto de la vivencia de su fe. En la biografía de Santo Domingo Savio escribe lo siguiente:
"La primera cosa que le aconsejé para hacerse santo fue que se esforzara por ganar almas para Dios, porque no hay cosa más santa en este mundo que el cooperar con Dios a la salvación de los hombres. Por ellos Jesucristo derramó hasta la última gota de su preciosísima sangre"
Para Don Bosco, el compromiso apostólico de los jóvenes, corno una manera de servir a los compañeros y amigos, y de colaborar en la expansión del Reino de Dios, era el signo más elocuente de una vida de fe auténtica"

Tema 6 - segunda sesion: DON BOSCO, HOMBRE DE IGLESIA


NOSOTROS, LOS COOPERADORES, EN LA IGLESIA DE HOY
Hemos reflexionado un poco, en la primera parte, sobre la Iglesia de los tiempos de Don Bosco y sobre como él se situó ante la realidad de esa Iglesia.
Ahora hemos de dar un paso más: nosotros también vivimos en una iglesia concreta y también debemos ver cómo nos estamos situando ante esa Iglesia, cómo estamos entendiendo nuestro "ser Iglesia" y cómo lo estamos viviendo.

Un acontecimiento fundamental
Si hoy nos preguntamos por las líneas eclesiológicas que configuran la Iglesia de nuestros días, será imposible no hacer referencia al Concilio Vaticano II.
El Papa Juan XXIII, considerado por muchos como un gran profeta del siglo XX, percibió con claridad la situación de alejamiento que se estaba dando entre el mundo y la Iglesia. Esta percepción "rezada" le llevó al convencimiento de la necesidad de que la Iglesia se reuniera en Concilio y reflexionara, con calma y profundidad, a qué era debida esta situación de ruptura entre la iglesia y el mundo... La iglesia se puso a reflexionar con seriedad sobre su identidad (quién era) y su misión (para qué y para quién era).

Y, después de esta lenta y profunda reflexión, la Iglesia ha querido recordar algunos rasgos fundamentales de su identidad y de su
misión:

Un primer rasgo fundamental es la radical igualdad y dignidad de todos los cristianos
por el hecho de recibir el mismo y único Bautismo. La Iglesia del Vaticano 11
rechaza todas las teorías que hablaban, por así decirlo, de "cristianos de primera
división y cristianos de segunda división". Todos somos iguales en virtud del Bautismo;
sólo que cada uno, después, concreta su vocación bautismal en específicas y
diversas vocaciones...; para seguir a Jesucristo no es necesario hacerse sacerdote,
religioso o religiosa. Cualquier cristiano, desde su realidad concreta, puede ser un
buen seguidor de Jesús.
  • Un segundo rasgo: el Concilio define a la Iglesia como Pueblo de Dios. Por lo tanto, la Iglesia no es sólo una Jerarquía, aunque sí cuente con personas encargadas de "gobernar- animar" a todo el pueblo. La Iglesia no es una pirámide; es un pueblo, y en este pueblo hay diversas funciones, pero todas importantes e igualmente dignas.
  • La Iglesia del Concilio insiste en la comunión, como rasgo fundamental del Pueblo de Dios...
  • En cuanto a la misión, el Concilio habla de que la iglesia es la "servidora del mundo". Fue Pablo VI quien acuñó esa hermosa frase de "Iglesia, sierva de la humanidad". La salvación de Dios se da en el mundo y por eso la Iglesia, "sacra- mento universal de salvación", está en medio del mundo y trabaja por hacer de ese mundo el Reino de Dios para todos los hombres.
Nuestra fidelidad y amor a la Iglesia
Nosotros, como Cooperadores, estamos llamados a ser fieles a esta Iglesia del Vaticano II. Don Bosco, hay, nos pide que apostemos por la Iglesia de nuestros tiempos.
Debemos rescatar la idea y la convicción de una Iglesia que es, como comunidad, manifestación de la acción salvadora de Jesús. Recuperar el valor de la Palabra en nuestra vida, en nuestro ambiente, en nuestra familia. Descubrir la liturgia, como momento fuerte y compro metedor, en la celebración del misterio.
En nuestras Iglesias locales, hemos de encontrar el modo de vivir, de forma concreta, el misterio de la Iglesia universal. Las Iglesias locales nos permiten, a los laicos adultos en la fe, participar en igualdad de responsabilidad con los Pastores y los religiosos, respetando el "color" concreto de cada vocación; pero siendo conscientes de que la misión por el Reino nos compete a todos y de que la llamada a la santidad es también una llamada para todos y cada uno.

Es tarea nuestra recuperar la dimensión misionera de la comunidad. El mundo se nos presenta como un lugar de salvación; por tanto, no debemos pensar en un espacio donde actúa la salvación, que llamaríamos Iglesia, y en otro marcado por el pecado, al que llamaríamos mundo secular... La Iglesia no está frente al mundo, sino en el corazón del mismo, compartiendo su suerte, caminando hacia la misma vocación: el Reino. "De esta manera, la Iglesia avanza junto con toda la humanidad, experimenta la suerte terrena del mundo y su razón de ser es actuar como fermento y como alma de la sociedad" (GS 40). Las "misiones" serán, entonces, simplemente la avanzadilla de una Iglesia que se sabe toda ella "misionera". La Iglesia debe sentirse "servidora del mundo" para que, ya en nuestro mundo, se comience a construir el Reino de Dios.

Tema 6 - primera sesion: DON BOSCO, HOMBRE DE IGLESIA


Don Bosco nos quiso como "gente de Iglesia" y no podemos permanecer impasibles
ante algunas situaciones que constatamos en nuestra realidad, por ejemplo:

Cristianos sin Iglesia:
Se detecta una amplia masa de jóvenes entre quienes es fácil escuchar la frase: "Dios sí; Iglesia, no". Es necesario, por tanto, aclarar la importancia de la vida eclesial en la praxis cristiana, para que nuestra vocación pueda crecer dentro de la Iglesia.

Una sociedad secularizada: Igualmente, descubrimos una marcada secularización de la sociedad actual. Recientemente, ha bajado en un 20% el número de españoles que se consideran cristianos. Por otra parte, las estadísticas siguen reflejando lo poco significativa que es la Iglesia para la mayoría de los jóvenes españoles; da la impresión de que cada vez la Iglesia tiene menos cosas que decir en temas que nos parecen de gran trascendencia para el desarrollo de nuestra convivencia social.

Nueva conciencia eclesial: Los efectos del Concilio Vaticano II, después de casi treinta años, todavía están empezando a asomar y hay muchos pasos que dar para que se hagan realidad todas las consecuencias que se derivan del hecho de definir a la Iglesia como "Pueblo de Dios" en
camino, que se caracteriza por una estructura de comunión y por la actitud de servicio al mundo.

Los Cooperadores, una "asociación de Iglesia":
Estamos llamados, por vocación, a participar activamente en la vida de las Iglesias locales y, por extensión, en la de la Iglesia Universal. Nuestra forma concreta de ser Iglesia influye en la gente con la que trabajamos. Según sea nuestro estilo concreto de "ser Iglesia", los demás la identificarán con una realidad más o menos positiva, más o menos fiel al proyecto de Jesús...

LA IGLESIA DEL TIEMPO DE DON BOSCO
Don Bosco vive en una Iglesia que hoy llamaríamos "conservadora", por su actitud "defensiva", e incluso "agresiva" ante todo lo que supusiera "novedad". Desde la Iglesia del siglo XIX, por lo general, los avances técnicos de la revolución industrial y el desarrollo de las libertades se ven como un ataque frontal a l a verdad católica. El reconocimiento de la libertad de conciencia relativiza toda la doctrina del Magisterio.
El movimiento de unificación de Italia era entendido, desde Roma, como una usurpación del derecho sacrosanto del Papa como monarca de la ciudad de Roma. En aquellos tiempos, para muchos, el Papa, los Estados Pontificios eran "otro poder al que combatir", una parte más de las muchas en litigio.
La revolución dejó tras sí un montón de "ruinas" y el convencimiento de que el caos producido fue consecuencia, sobre todo, del rechazo del principio de autoridad o, por lo menos, de haberlo echado en olvido. Se presentó entonces la autoridad papal como algo imprescindible para la restauración europea. "No puede darse sociedad humana sin gobierno, ni gobierno sin soberanía ni soberanía sin inhabilidad"'.
Según era común en la teología de la época, se daba por sentado que la Iglesia terrestre se identifica con el Reino de Dios. De aquí nace un cierto espíritu triunfalista, que proclama constantemente la victoria sobre sus adversarios. Surge la imagen de una Iglesia sin pecado, sin errores ni fallos históricos.

LA EXPERIENCIA ECLESIAL. DE DON BOSCO
Juan Bosco es un hombre de su tiempo y de la iglesia de su tiempo. No podemos esperar que tenga una visión eclesial diversa de la mayoritaria y oficial. Se educó en un seminario rígido, donde se estudiaba una eclesiología que acentuaba las características que acabamos de citar. Don Bosco, en lo "teórico", ve y concibe la Iglesia tal como se concebía, mayoritariamente, entonces.
Pero hay un hecho muy importante para entenderla "experiencia eclesial" de Don Bosco: su contacto concreto con la realidad de los jóvenes, su sentido práctico e intuitivo van a hacer que, aunque teóricamente no cuestione la eclesiología de su tiempo, él (y tantos otros), en la práctica concreta, se salgan de las coordenadas eclesiológicas vigentes entonces. Prueba de ello son los siguientes aspectos: Don Bosco no es el "sacerdote típico" de la Iglesia de esa época, no es un
sacerdote de "sacristía" preocupado solamente por impartir sacramentos. Don Bosco entiende que el sacerdote debe preocuparse de la persona como tal, de su salud física y espiritual...

Don Bosco tiene un "sentido eclesial misionero"; no esperó a que los jóvenes vinieran a él; fue él en busca de los jóvenes. Sabía que los jóvenes necesitaban a alguien en quien confiar, alguien de quien esperar una respuesta verdadera. Esta respuesta sólo puede partir de Dios. En esta línea, Juan Bosco entendía su movimiento como "pequeña Iglesia". Deseaba vivir el misterio de la Iglesia en los chicos marginados de la incipiente `revolución industrial". Don Bosco llega a definir sus Oratorios como "la parroquia de los que no tienen parroquia". Pretende que los chicos marginados y las clases populares puedan hacer una experiencia de Iglesia positiva, es decir, que perciban a la Iglesia como verdadera madre y maestra, y no, como una institución fría y lejana.

AMOR DE DON BOSCO A LA IGLESIA
Abundan en las Memorias Biográficas las frases de Don Bosco que nos hablan, bien a las claras, de cómo procuró siempre el bien de la Iglesia universal, tanto en los asuntos inmediatos y fáciles, como en los complicados: "Toda fatiga es poca cuando se trata de la Iglesia y del Papa" (MBe V, 411). "Trabajo y quiero que todos los Salesianos trabajen por la Iglesia hasta el último aliento" (MBe XIV202 y 219).
En este mismo sentido, hay que hacer mención del amor de Don Bosco a los Pastores de la Iglesia. En momentos difíciles para su arzobispo, Mons. Fransoni, nuestro Padre le ofrece su total fidelidad y apoyo. Llegados los dolorosos momentos de los problemas con el arzobispo de Turín, Mons. Gastaldi, Don Bosco secunda la voluntad del Papa León XIII y cede en sus justas razones, por el bien de la Iglesia.
Intervino también en la cuestión de las diócesis vacantes, en aquellos años grises de la historia de Italia. En 1865, había 108 diócesis italianas sin obispo. Don Bosco rezó, pensó y se lanzó a contribuir a la solución del problema: conversaciones con los políticos y con el Papa; años de estudio y de ir y venir de un sitio para otro. "Excelencia, - le dijo llanamente al ministro Lanza, en Florencia- , le agradezco la audiencia que me concede. Comprenderá la razón que me trae a S.E. Deseo el bien de la iglesia y el del Estado. Pero creo que S.E. sabe quién es Don Bosco; y, por tanto, también sabrá que, ante todo, soy católico" (MBe X, 392). El problema se fue solucionando, gracias a las enormes fatigas que se impuso Don Bosco.
Algo semejante podemos decir sobre el tema de las vocaciones sacerdotales: "Recordemos que regalamos un gran tesoro a la Iglesia cuando procuramos una buena vocación: que esta vocación o este sacerdote vaya a la diócesis, a las misiones o a una casa religiosa, no importa; es siempre un gran tesoro que se regala a la Iglesia de Cristo" (MBe V, 286- 287). Cerrado el seminario de Turín, el Oratorio de Valdocco se va a convertir en el lugar donde podrán formarse tantísimos futuros sacerdotes diocesanos. En 1883 afirmaba: "Estoy satisfecho. He mandado hacer una cuidadosa estadística y resulta que han salido de nuestras casas y están trabajando en sus diócesis más de 2.000 sacerdotes" (MBe V, 296).
Y ¿qué decir de su espíritu misionero? Eran pocos sus hijos y ya soñaba con mandarlos a tierras de misión. La voz de los "sueños" le llamaba a América: "Si yo tuviese muchos sacerdotes y muchos clérigos, los mandaría a evangelizar la Patagonia y la Tierra de Fuego" (MBe 111, 283). Es conmovedor leer el discurso de despedida de la primera expedición misionera salesiana. Uno cree estar leyendo el documento conciliar sobre las Misiones, dado su marcado tono eclesial (cfr. MBe XI, 326 ss).

Tema 5: Don Bosco, una respuesta a los jóvenes.


En 1841, siendo joven sacerdote, recibió del Espíritu una sensibilidad especial para percibir, a través de diversas experiencias, la desventura y peligros en que se encontraban los jóvenes; muchas veces se interrogaba sobre los jóvenes que veía en peligro: "¡Quién sabe! Si estos muchachos tuvieran un amigo que se preocupase de ellos y los atendiese e instruyese en la religión en los días festivos, quién sabe si no se mantendrían alejados de su ruina o, por lo menos, si no se reduciría el número de los que vuelven a la cárcel!"?


Según Promesa que formal y alegremente hacemos somos Salesianos Cooperadores, con cuatro compromisos libremente asumimos:

Así pues, me comprometo:

a ser fiel discípulo de Cristo en la Iglesia católica;

a trabajar por tu Reino, especialmente en la promoción y salvación de los jóvenes;

a profundizar y dar testimonio del espíritu salesiano;

a colaborar, en comunión de Familia, con las iniciativas apostólicas de la Iglesia local.”(Estatuto Art.32.2)

Nuestra opción preferencial: los jóvenes, significa que ante un mundo de alternativas apostólicas de trabajo por la construcción del Reino de Dios, nosotros los SC preferimos atender “a los jóvenes especialmente a los más pobres y a los que son víctimas de cualquier forma de marginación, explotación y violencia, a los que se preparan al mundo del trabajo y a cuantos dan muestras de una vocación específica.” (Estatuto Art 8.2)

Esta opción preferencial, los jóvenes, nos cuestiona desde la raíz, pues nuestra vocación salesiana nace del amor a los jóvenes y a veces las expresiones, elecciones y acciones no son consecuentes con esta opción preferencial. Pensemos: ¿Estoy como SC, trabajando por la promoción y la salvación de los jóvenes? ¿Atiendo especialmente a los jóvenes más pobres? ¿Atiendo especialmente a los jóvenes victimas de cualquier forma de marginación, explotación y violencia? ¿Atiendo especialmente a los que se preparan al mundo del trabajo? ¿Atiendo especialmente a cuantos dan muestras de una vocación específica?

No olvidemos que nuestra vocación se distingue por dos actitudes:

a) sentir a Dios como Padre y Amor que salva; encontrar en Jesucristo al Hijo Unigénito, apóstol perfecto del Padre; vivir en intimidad con el Espíritu Santo, animador del Pueblo de Dios en el mundo;

b) Sentirse llamados y enviados a una misión concreta; contribuir a la salvación de la juventud comprometiéndose en la misma misión juvenil y popular de Don Bosco.”(Estatuto Art.2.2)

Nuestra opción preferencial: los jóvenes, necesita un baño de realidad, a lo mejor nos estamos quedando lejos de los destinatarios más necesitados. En un tiempo de caos y confusión los muchachos y las muchachas tienen grandes dificultades para crecer. La violencia, la marginación, la falta de empleo, las maras, la desintegración familiar, los vicios de las nuevas tecnologías, el desorden y el descuido en la atención de la juventud organizada, no son cosas que suceden en otro lado están pasando aquí frente a nuestra casa sino es que adentro. No cerremos los ojos y no nos acomodemos a un trabajo apostólico divorciado de la realidad, de los jóvenes.

Provoca también hacernos un llamado de atención acerca de la profunda necesidad de mantener al día nuestra formación, el mundo sigue su marcha y existen “nuevos patios” donde los jóvenes se encuentran y en medio de los cuales los SC podríamos estar pero necesitamos estar al día y conectados a la realidad para que nuestras respuestas y propuestas no le suenen a los jóvenes vacías o poco autenticas.

Los jóvenes, tiene rostros y nombres concretos, no es una mera cuestión de propuestas, reuniones y proyectos, es vital nos da vida porque damos vida. Mientras dudamos en concretar estamos perdiendo ante las drogas, el consumismo, la politiquería, las ideas erradas de Dios y quien sabe cuántos otros competidores más. Y no estamos perdiendo jóvenes en general sino concretamente a Gustavo, a Perla, a Mario, a Liliana y todos esos otros jóvenes cuyo rostro estamos recordando. En la medida que respondemos cambian vidas no lo dudemos, nuestra presencia calificada y preparada puede dar luz a muchas sombras juveniles.

¡Animo hermanos y hermanas!, nuestra opción preferencial: los jóvenes, es una promesa que podemos cumplir. Día a día, joven a joven, pero a algunos nos hace falta dar el primer paso y dirigirnos sin temor en medio de los patios que la vida nos presenta para acompañar a nuestros muchachos y muchachas, y a otros que ya estamos ahí nos hace falta involucrarnos, ser parte y no estar aparte. A los demás felicidades la semilla cayó en tierra buena.

Que Dios nos bendiga a todos, recuerden, Don Bosco nos espera en el paraíso.

miércoles, 7 de julio de 2010

Tema 4 : DON BOSCO, REPUESTA A LA SOCIEDAD


En nuestro tiempo, es frecuente encontrarse con personas que dicen "pasar de política,
de justicia social...", o con personas muy críticas a la hora de enjuiciar los comportamientos y actuaciones en estos campos, pero sin implicarse en ellos, y también, con personas comprometidas seriamente.
Conocer a Don Bosco y reflexionar sobre sus respuestas puede iluminar nuestra implicación en el campo social y político.

¿Captó Don Bosco el problema relativo a la cuestión social, en su entorno y en su época?
La cuestión social fue producida por la industrialización. Los centros industriales concentraron multitudes de obreros en torno a las fábricas, y los patronos, basándose en los principios del liberalismo económico, los explotaron. El patrón se entendía directamente con el obrero y cada uno se consideraba libre en el momento del contrato; el obrero podía irse a otra fábrica y el patrono, contratar a otro obrero. Pero la realidad era que el operario sin trabajo acudía al patrono en las condiciones que fuesen; de ahí los salarios de miseria y las jornadas laborales de hasta dieciocho horas, y unas condiciones de vida durísima para los obreros y sus familias. Si así estaban los obreros, ¿qué podríamos decir de los aprendices...?
En diversas ciudades europeas estallaron revoluciones, que fueron acalladas a cañonazos.
El problema se agudizó a partir de 1848 y muchos obreros se inclinaron hacia las ideas más extremistas, produciéndose el lanzamiento del comunismo y la llamada "lucha de clases". Marx, en ese mismo año, publicó el "Manifiesto comunista".

Don Bosco, hombre práctico
Según Teresio Bosco, otro de sus biógrafos, nuestro Fundador no fue un teórico social, sino un apóstol que se dedicó a resolver de inmediato las necesidades urgentes. A los Salesianos les dice: "Dejemos a otras Ordenes más aguerridas la denuncia y la acción política. Nosotros vayamos directos a los pobres".
Don Bosco, con sus "oratorios", sus escuelas y talleres, fue un sociólogo práctico. A este respecto, podemos traer aquí, a modo de ejemplo, el episodio ocurrido cuando, a finales de 1854, aparece el cólera en Turín. El 5 de agosto, Don Bosco les habla así a sus chicos y jóvenes: "Sabéis que el Alcalde ha hecho un llamamiento. Hacen falta enfermeros y asistentes para cuidar a los apestados. Muchos de vosotros sois demasiado jovencitos; pero, si alguno de los mayores se atreve a venir conmigo a los hospitales y a las casas particulares, haremos juntos una obra buena y agradable al Señor'

Don Bosco y las autoridades e instituciones
Don Bosco, hombre práctico, para conseguir la presencia de su obra en la sociedad civil, usa un método concreto: interesar a las autoridades civiles de Turín. En este sentido podemos interpretar sus famosas "loterías", uno de los medios más utilizados por él para interesarles.
Sus relaciones con las autoridades civiles son las de un hombre que, por un lado, respeta sus ideas, recurre a su ayuda; pero, por otro, se sitúa frente a ellas con la misma dignidad. Sabe que desempeña un cometido que las instituciones no son capaces de realizar y que él, en cambio, garantiza.

LA RESPUESTA DE DON BOSCO
"El verdadero fracaso en la vida es llegar a morirse sin corazón" (Carrin Dumne). No fue éste el caso de Don Bosco, ya que su corazón, amplio y extenso como las infinitas arenas de la playa, lo puso al servicio de la juventud marginada y de los sectores populares más necesitados.
Metido de lleno en el ambiente de la revolución industrial, afrontó la "cuest ión social", como hemos visto anteriormente, prescindiendo de fórmulas teóricas y apostando por lo concreto y práctico.

Don Bosco, defensor de los aprendices
Siendo joven sacerdote, le vemos preocupado por los aprendices. Son muchos los jóvenes que frecuentan su "Oratorio ambulante", que tiene como finalidad entretener a estos muchachos, los domingos, con agradable y sana diversión, después de haber asistido a las celebraciones litúrgicas en la iglesia.
Su amistad y compromiso con estos muchachos le impulsan a visitarlos durante la semana, en sus lugares de trabajo: barberías, zapaterías, obras en construcción...
Durante este período, una de sus principales preocupaciones era colocar a sus muchachos con patronos honrados y cristianos, en ambientes que no les indujesen a la inmoralidad o, quizás, al riesgo de ir a la cárcel (sus experiencias de las visitas a los presos le confirmaban en esa necesidad), y estipular contratos que impidiesen la explotación, tan frecuente entonces, sobre todo con los aprendices. Cuando las relaciones entre patronos y aprendices se enrarecían o se estancaban, Don Bosco acudía para poner de acuerdo a ambas partes. "Hacía comprender a los patronos -afirma Don Lemoyne- que él se preocupaba de que sus jóvenes aprendices fueran laboriosos y dóciles; y que los patronos, por su parte, debían instruirlos adecuadamente y tenerlos alejados de todo escándalo".'
En el "Archivo Central" de los Salesianos en Roma, se guardan dos "Contratos laborales" que llevan ya las firmas del patrono, del aprendiz y del propio Don Bosco: un contrato de "aprendizaje" en papel corriente, fechado en noviembre de 1851; y un segundo contrato de "aprendizaje" en papel sellado, firmado el 8 de febrero de 1852.
De Don Bosco puede decirse que fue "el primer sindicalista italiano verdadero, como
defensor de los trabajadores y del trabajo".

El Oratorio
Para paliar las deficiencias que cada día descubre, en su defensa de los aprendices,
Don Bosco irá consolidando un oratorio estable que, con el tiempo, será:
  • casa- internado: supera el mero "ofrecer asilo" y el aspecto prevalentemente disciplinar; con una vida de familia, por la cual educadores y superiores conviven con los muchachos; con ofrece a los jóvenes una casa que acoge, con un estilo nuevo, que múltiples actividades, según los gustos de los jóvenes, y en la que se fomenta la libertad de expresión, el diálogo, la participación y la confianza.
  • escuela-talleres (o "escuelas de artes y oficios'): en los que se pueden desarrollar la variedad de intereses culturales y profesionales, y, sobre todo, educarse para la vida.
  • iglesia: parroquia para "los que no tienen parroquia", donde se propone y se experimenta la fe y el compromiso; y en la que se cuidan las devociones populares, entre las que destaca la devoción a María como Auxiliadora, cuya plasmación la encontramos en la "Basílica" erigida por Don Bosco en su honor;
  • patio: donde es posible estar juntos y expresar el gozo en manifestaciones artísticas y con vitalidad.
En el Oratorio es donde podemos descubrir a un Don Bosco "padre y maestro" de huérfanos, pobres, marginados y analfabetos, a quienes dedica totalmente su vida.

Don Bosco y los medios de comunicación social de su tiempo
En tiempos de Don Bosco, prácticamente, el único medio de información que transmitía la noticia era la prensa, los periódicos.
Don Bosco se dio cuenta de la importancia de su influjo y tomó la decisión de aprovechar la imprenta como medio eficaz de promoción social. Desde 1844, realizó una larga serie de publicaciones, de libros de devoción, de libros escolares, de publicaciones periódicas... Para estas iniciativas editoriales, Don Bosco se valió de varios impresores turineses.

Don Bosco necesita brazos
Dada la enorme importancia que Don Bosco concedía al problema de la "salvación de los jóvenes", no dudó en llamar a la misma tarea a personas de buena voluntad, de cualquier condición que fueran. Al principio, son eclesiásticos, que se asociaron para ayudarle (Cafasso, Borel, etc.); luego, los seglares, "i giovani maestrini", "i pii secolari" Cuando quería subrayar que, en sus orígenes, la Obra Salesiana había sido el feliz resultado de una acción de conjunto, recordaba las características de estos colaboradores de este modo: "Entre otras cosas, se encargaban de buscar un patrón honrado a los jóvenes, cuando no tenían empleo, y de proveer de camisa, calzado y ropa decente a quienes carecían de ello".
Don Bosco fue madurando la idea que tenía de estos colaboradores suyos, "amantes de la buena educación del pueblo", y les fue confiando otras tareas: enseñar catecismo o impartir clase a los muchachos.

"Buenos cristianos y honrados ciudadanos"
Un objetivo fundamental de Don Bosco era hacer de sus muchachos "buenos cristianos y honrados ciudadanos", a través de un proyecto de formación integral, y prepararlos para su inserción en la sociedad.
En realidad, se trata de una finalidad que abarca dos aspectos: la promoción del hombre y el compromiso de fe. No se puede anunciar el Evangelio sin que éste inspire soluciones adecuadas a los problemas de la existencia del hombre; pero tampoco se puede pensar en una verdadera formación del hombre, sin abrirlo a Dios, sin anunciarle a Jesucristo y sin ayudarle a comprometerse con El. De ahí que Don Bosco se preocupara de desarrollar en los muchachos las tres dimensiones necesarias para que el joven se integre dignamente en la sociedad o en la vida laboral: la religiosa- moral, la intelectual y la profesional.
Para Don Bosco, acoger y educar a los jóvenes artesanos supone formarles de manera que, al salir del Oratorio, una vez terminado su aprendizaje, hayan adquirido un oficio con que ganarse honradamente la vida, se hayan educado bien en la religión y tengan los conocimientos adecuados a su condición.

Tema 3 - segunda sesion: DON BOSCO, EDUCADOR Y EVANGELIZADOR DE JÓVENES


"El programa educativo y pastoral de Don Bosco está orientado por una concepción del
hombre entendido no sólo como esencia, sino también como existencia histórica.
Dos grandes aspectos caracterizan esta visión. Para que se convirtiese también en
programa para los jóvenes, Don Bosco la expresaba en fórmulas sencillas, pero claras:
"buen cristiano y honrado ciudadano".


El saber (el estudio), el deber(la responsabilidad), la buena educación (las relaciones), el trabajo (la profesionalidad), el respeto del orden (la socialidad), conforman la dimensión cultural. No como compartimento estanco ante la fe y la religión, sino como expresiones concretas de las mismas: "Nuestro programa será, en cambio, éste: dejadnos el cuidado de los jóvenes y nosotros haremos todos los esfuerzos para hacerles el mayor bien que podamos, ya que así creemos poder contribuir a los buenos hábitos y a la civilización'" .
La moralidad, la conciencia, la fe, el conocimiento de las verdades del cristianismo, la práctica religiosa, el compromiso en la comunidad eclesial, conforman la dimensión religiosa, no apartada de las esperanzas humanas, sino dándoles profundidad y sentido.

Su método educativo: el "Sistema Preventivo"
El sistema educativo de Don Bosco se basa en tres pilares o ideas claves: razón,
religión y amor.

  • RAZÓN: Don Bosco valoraba mucho la historia personal de cada joven e insistía en la necesidad de la confianza. El educador debe valorar a los jóvenes faltos de recursos en su vida afectiva y ayudarles a descubrir que pueden superar su situación. La con-fianza en las fuerzas y recursos interiores del joven es la base de esta racionalidad.

  • AMOR: es "el alma del Sistema Preventivo". La fuente de este afecto sensible y responsable es la caridad. Esta se traduce, por nuestra parte, en razón y amabilidad, y por parte del joven, en confianza, disponibilidad y gratitud o reconocimiento.

  • RELIGIÓN: se presenta como motivación, como medio y como fin; es decir, como principio y fin de su sistema, cosa nada extraña en Don Bosco, hombre totalmente lleno de Dios. Si Don Bosco ama a los jóvenes, es porque se siente enviado por Dios para " s e r signo y portador del amor de Dios a los jóvenes".
El último y único fin que persigue Don Bosco con su sistema, es la salvación total y
plena del joven, hasta conseguir su encuentro con Cristo Salvador.

Actitudes típicas en el estilo de Don Bosco:

a. Espíritu de familia:
  • acogida cordial; contactos personales espontáneos y ricos; familiaridad y convivencia, sobre todo, en el tiempo libre; amistad y comprensión;
  • colaboración mutua entre educadores y jóvenes;
  • protagonismo de los mismos chicos.
b. Crear un ambiente:

  • en el que el joven se sienta a sus anchas: respetado, activo, valorado como persona;
  • en el que participe activamente y se sienta responsable de sus propios compañeros.
c. Alegría y optimismo:

  • "Aquí, nosotros hacemos consistir la santidad en estar muy alegres. Procuramos, por encima de todo, huir del pecado, como de un gran enemigo que nos roba la gracia de Dios y la paz de corazón"
d. Recurrir a las posibilidades interiores de la persona:

  • a la razón, el cariño y el sentido de Dios, más que a la ley y a la imposición o el castigo.

Tema 3 primera sesion: DON BOSCO, EDUCADOR Y EVANGELIZADOR DE JÓVENES


No concebimos a un Don Bosco separado o alejado de los jóvenes. Ellos le interpelaron
y le crearon interrogantes. Se acercó a ellos y vivió con ellos, para acompañarlos en
su crecimiento humano y cristiano.
En este tema, nos acercamos a esta realidad y veremos cómo Don Bosco fue un verdadero
educador y evangelizador de jóvenes, a lo largo de toda su vida. Al mismo tiempo,
nos preguntaremos por la respuesta que estamos dando, actualmente, a las necesidades
juveniles.

Resulta claro cómo surgen las inquietudes educativas y evangelizadoras en Don Bosco, desde pequeño. Se trata de un ardor que le acompañó siempre y que fue concretándose a través de las circunstancias, de la mano de Dios: es y se siente educador y evangelizador en medio de sus compañeros, entre los que promueve, con creatividad, iniciativas evangelizadoras. Esa misma inquietud le mueve a iniciar asociaciones de jóvenes, como la "Sociedad de la Alegría"; el mismo ardor educativo le hace ir hasta los jóvenes de las cárceles y los andamios... En definitiva, la vocación de educador y evangelizador es, en Don Bosco, una realidad presente y que se desarrolla a lo largo de toda su vida.
Para llevar a cabo esta tarea evangelizadora, dio vida a múltiples iniciativas y obras, a través de las cuales vivir con los jóvenes esta única realidad educativa y evangelizadora: de modo especial, el Oratorio de Valdocco, que se convierte en referencia obligada de fidelidad salesiana; una obra singular que aporta un ambiente juvenil, una presencia acogedora, un lugar de múltiples iniciativas recreativas, culturales y religiosas. Y, junto al Oratorio, los talleres, la escuela, el internado, la inquietud por las vocaciones, la preocupación misionera... Como alma en el cuerpo, la tarea evangelizadora y educativa de Don Bosco se realiza en sus obras con un talante, un estilo, un espíritu. Objetivo central de toda su obra educativa es la formación de "honrados ciudadanos y buenos cristianos". Su método, el que él mismo llamó "Sistema Preventivo", basado en la amabilidad y el cariño, en la "razonabilidad" y en la trascendencia. Todo ello, dentro de un ambiente educativo, en el que la alegría, la presencia cercana y amiga..., hace posible llegar al corazón del joven.

"Con sus amigos de I Becchi "'
"Me habéis preguntado muchas veces a qué edad comencé a preocuparme de los niños.
A los diez años, hacía lo que era compatible con esa edad: una especie de "oratorio festivo". Escuchad. Era yo aún muy pequeño y ya estudiaba el carácter de mis compañeros. Miraba a uno a la cara y, ordinariamente, descubría los propósitos que tenía en el corazón. Por eso los de mi edad me querían y me respetaban mucho.
Todos me elegían para juez o para amigo. Por mi parte, hacía bien a cuantos podía, y mal, a ninguno. Los compañeros me querían a su lado para que, en caso de pelea, me pusiera de su parte. Porque, aunque era pequeño de estatura, tenía fuerza y coraje
para meter miedo a compañeros de mi edad. De tal forma, que, si había peleas, disputas, riñas de cualquier género, yo era el árbitro entre los contendientes, y todos aceptaban de buen grado la sentencia que dictaba".

Narrador de historias y cuentos=
"Pero lo que les reunía junto a mí y les arrebataba hasta la locura, eran mis narraciones.
Los ejemplos que oía en los sermones o en el catecismo, la lectura de libros como los "Reales de Francia", "Güerrín Mezquino", "Bertoldo y Bertoldino", me proporcionaban el tema.
Apenas me veían, mis compañeros corrían en tropel para que les contase algo, yo que apenas entendía lo que leía.
A ellos se unían algunas personas mayores, y sucedía que, a veces, yendo o viniendo de Castelnuovo, u otras, en un campo o en un prado, me veía rodeado de centena-res de personas. Acudían a escuchar a un pobre chiquillo que tenía un poco de memoria. Estaba en ayunas de toda ciencia, por más que entre ellos pasase por un doctor. "En el país de los ciegos, el tuerto es rey..."

La "Sociedad de la Alegría"'
"Y como quiera que los compañeros que querían arrastrarme al desorden eran los más descuidados en sus deberes, también ellos empezaron a venir conmigo, para que hiciera el favor de dictarles o prestarles los apuntes escolares.
Disgustó tal proceder al profesor, pues mi equivocada benevolencia favorecía su pereza. Y me lo prohibió severamente. Acudí a un medio más ventajoso, es decir: explicarles las dificultades y ayudar también a los más atrasados. Así agradaba a todos y me ganaba el bienquerer y el cariño de los compañeros. Empezaron a venir para jugar; luego, para oír historietas y para hacer los deberes escolares y, finalmente, venían porque sí, como los de Manaldo y Castelnuovo.
Por darles algún nombre, solíamos denominar aquellas reuniones "Sociedad de la Alegría". El nombre venía al pelo, ya que era obligación estricta de cada uno buscar buenos libros y suscitar conversaciones y pasatiempos que pudieran contribuir a estar alegres. Por el contrario, estaba prohibido todo lo que causara tristeza, de modo especial las cosas contrarias a la ley del Señor".

Una respuesta para cada necesidad
Como vemos, Don Bosco trata de responder, poco a poco, a todas las necesidades que los jóvenes presentan, desde las materiales (comida, alojamiento, trabajo...) hasta las espirituales.
∗ "Al advertir que, para muchos chicos, era inútil todo apostolado, si no se les daba asilo, me apresuré a tomar otras habitaciones en alquiler, aunque fuese a un precio exorbitante".
∗ "Cuanta mayor era nuestra solicitud por promover la cultura, tanto más, a su vez, iban creciendo los alumnos... Así que, siempre de acuerdo con el teólogo Borel, y a fin de hacer frente a la creciente necesidad, decidimos abrir un nuevo oratorio en otro sector de la ciudad"' .
∗ "Como todavía no existían talleres en el colegio, nuestros alumnos iban al trabajo y a clase a la ciudad, con serios peligros morales para ellos, pues los compañeros con los que se encontraban, las conversaciones que oían y cuanto veían frustraban lo que practicaban y aprendían en el Oratorio. Fue entonces cuando comencé a hacerles una brevísima platiquita por la noche ("Buenas Noches"), después de las oraciones, con el fin de exponer o confirmar alguna verdad que tal vez hubiese surgido a lo largo del día en las conversaciones".

"Un lugar para los jóvenes: el Oratorio"
"Vocación, proyecto y programa se materializan en un lugar de encuentro juvenil: el Oratorio. La palabra y la realidad del Oratorio atraviesan la vida y los escritos de Don Bosco. Su primera iniciativa germinal, después de sucesivas mejoras, desembocó en el "Oratorio de San Francisco de Sales", cuna y origen de todas las obras que se remontan a Don Bosco. Por eso, queriendo narrar los inicios del movimiento salesiano, cuenta la historia del Oratorio.

El Oratorio respondía a la necesidad de un ambiente juvenil donde los muchachos trabajadores pudieran pasar alegremente el día de d e sc anso dominical y recuperar la fe y la práctica cristiana, e s decir; su identidad original, enraizada en la vida patriarcal y campesina, y puesta a prueba por la emigración, el trabajo y el abandono.
Así pues, el Oratorio era un lugar de reunión y una presencia acogedora. Pero, al llegar los jóvenes, s e convertía en una rumorosa comunidad juvenil. Según Don Bosco, debía estar abierto al mayor número pos ible de muchachos, y no sólo a aquellos pocos que las familias eran capaces de orientar hacia el catecismo.
Comenzaba en la calle y en los talleres, con la toma de contacto con los jóvenes; s e hacía visible los domingos, con la concentración juvenil, y proseguía durante la semana, con la visita de Don Bosco a los lugares donde los jóvenes trabajaban y con los trámites para ayudarles a resolver sus problemas.