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jueves, 8 de julio de 2010
Tema 7 - segunda sesion: DON BOSCO CON DIOS
Maestro de espiritualidad
Entre dificultades de todo tipo, había florecido en Valdocco una original experiencia del Espíritu, un nuevo modelo educativo y pastoral. Don Bosco pertenece a una constelación de santos Fundadores. Es, en efecto, el padre de una gran descendencia espiritual: Salesiano, Hijas de María Auxiliadora,
Cooperadores y otros grupos suscitados por el Espíritu Santo, que viven su espíritu y realizan su misión, con funciones específicas.
Es una de las figuras más representativas de esa santidad, que ha sido llamada "escuela de santidad turinesa". Una escuela que, en el espacio de un siglo, ha visto florecer a unos sesenta Santos, Beatos y Siervos de Dios, interdependientes y distintos, cuyo anhelo común es orar y trabajar. Una escuela que se ha distinguido por su equilibrio práctico, lleno de criterio; por su actitud de prudencia y de independencia política; por su tradicionalismo, que no excluye, sobre todo en Don Bosco, - el más combativo de todos contra el anticlericalismo dominante -, audacia creadora, gran espíritu de iniciativa y capacidad de apertura constructiva ante las necesidades de la Iglesia, en la frontera de los nuevos tiempos.
A la distancia de los años, podemos constatar que Don Bosco se encuentra a la cabeza, no sólo de una numerosa posteridad espiritual, sino también de una verdadera y propia corriente espiritual en la Iglesia, que está empapando al mundo, y de una auténtica escuela de espiritualidad.
Una espiritualidad original: apostólica o, dicho de otro modo, una espiritualidad de la acción. El cristiano de hoy, tentado por la dificultad de ensamblar en una unidad vital el ser y el obrar, el amor a Dios y el amor al prójimo, la oración y el trabajo, la acción y la contemplación, encontrará en Don Bosco un modelo concreto de unidad espiritual, vivida en la intensidad de una vida activa.
"Los santos no envejecen, - ha dicho Juan Pablo II -, son siempre los hombres y las mujeres del mañana, los hombres del porvenir evangélico del hombre y de la Iglesia, los testigos del mundo futuro".
El hecho de que Don Bosco triunfa todavía y atraiga hacia sí poderosamente a multitud de jóvenes y de fieles, demuestra que posee en sí mismo algo que desafía a los siglos.
Cuantos viven en su órbita o se siente deseosos de familiarizarse con él, pueden recoger sin temor el mensaje de su "santidad", simple y profunda, cautivadora y simpática, aunque honda y exigente. En efecto, Don Bosco, tan amable y comprensivo, nos quiere "no "mundanos", sino en el mundo; no amorfos, sino con una identidad propia; no anticuados, sino como actuales profetas de las realidades que nos anuncia y abre la Pascua, cultores de una renovación exigente, protagonistas de una historia de Salvación". El don más grande que podemos ofrecer a los demás es precisamente nuestra santidad... (ver art. 50 del PVA)'.
Don Bosco, decidió hacerse pastor de unos jóvenes que ni sabían a qué parroquia pertenecían, y así convirtió la calle, las plazas y los lugares de trabajo en ambientes aptos para el anuncio del Evangelio y la acción pastoral. Esta decisión le acarreó muchas críticas y desconfianzas. Hubiera estado mejor visto que se decidiera a seguir el camino y las funciones de un sacerdote de corte tradicional. Pero él no hizo caso de las críticas y optó por un estilo de acción pastoral que ofreciera a los jóvenes más humildes la experiencia de una Iglesia más cercana y más accesible. Esto no significó nunca que el programa de vida cristiana propuesto no fuera exigente. De hecho, el modelo de santidad juvenil de Don Bosco les entusiasmaba.
También hoy los jóvenes necesitan y esperan propuestas valientes, que les abran aquellos horizontes de identidad cristiana que pueden dar sentido a su vida. Esperan que se les ofrezca una religión cristiana que no se reduzca a una lista de prohibiciones.
Necesitan descubrir a Cristo como El se manifestó: el camino, la verdad y la vida. Porque, como ha manifestado Helder Cámara, "muchas esperanzas para conseguir un mundo más justo y más humano han echado raíces y han encontrado apoyo en los jóvenes".
Pues bien, para ello es indispensable el testimonio de los educadores cristianos y de todos los que los quieren de veras y se entregan a ellos con un verdadero espíritu evangélico. Así supo hacerlo Don Bosco en su tiempo"
La opción mariana de Don Bosco
"Sabemos que Juan Bosco nació y se educó en un ambiente profundamente mariano, por tradición de su Iglesia local y de la piedad familiar".
Baste recordar cómo, pocos días después de su vestición clerical, - octubre de 1835 -, la víspera de su partida para el seminario, Mamá Margarita lo llamó aparte y le dirigió aquellas memorables palabras: "Juan, hijo mío, ... cuando viniste al mundo, te consagré a la Virgen; cuando comenzaste los estudios, te recomendé la devoción a nuestra Madre; ahora te recomiendo que seas devoto suyo; ama a los compañeros devotos de María; y, si llegas a ser sacerdote, recomienda y propaga siempre la devoción a María".
Considero de particular interés hacer notar que ya a los nueve años, en el histórico sueño (que se repetirá varias veces, y al cual Don Bosco atribuye particular incidencia en su vida), María se asoma a su conciencia de fe como un personaje importante, interesado directamente en un proyecto de misión para su vida; es una Señora que muestra particulares preocupaciones `pastorales' hacia la juventud: efectivamente, se le presenta `vestida de Pastora'70. Digamos en seguida que no es Juanito quien escoge a María, sino que es María quien se presenta con la iniciativa de la elección: Ella, a petición de su Hijo, será la inspiradora y la Maestra de su vocación.
Este sentido íntimo de una relación personal de María con él, ayudará espontáneamente a Don Bosco a cultivar en su corazón una atención y un afecto que van más allá de las diversas fiestas y títulos marianos, localmente más venerados, que ciertamente él apreciaba y sabía festejar con entusiasmo.
Siempre será característica suya esta actitud de relación personal con la Virgen: su devoción mariana le lleva a considerar directamente a María como una persona viva; en ella contempla y admira todas sus grandezas, sus múltiples funciones e innumerables títulos de veneración.
UNA ESPIRITUALIDAD INSPIRADA EN MARÍA
"Una de las características más notables de la espiritualidad de Don Bosco fue la devoción a la Virgen. La presencia de María fue constante en la vida de Don Bosco. Se puede afirmar que estuvo presente en su vida desde el primer instante. Y nunca le abandonó.
En el sueño de los nueve años, María se le aparece como la pastora de sus jóvenes y le revela cuál es su misión y cómo tiene que llevarla a cabo. Desde entonces, tuvo la sensación de vivir constantemente bajo la guía maternal de María. "María es la funda-dora de nuestra obra y será siempre nuestra ayuda. Hasta ahora hemos caminado siempre sobre seguro y no podemos equivocarnos: es María quien nos guía".
Era muy viva la presencia de María en la vida de Don Bosco y en la de los jóvenes que estaban con él. No la imaginaba ni como un ideal abstracto y lejano, ni como un simple objeto de culto, sino como una madre cercana, que muestra su amor y hace sentir la proximidad de la misericordia de Dios. Ella era una prueba evidente y una manifestación
clara de las maravillas del Señor.
Entre todos los títulos marianos, Don Bosco mostró predilección por dos, que configuraron su estilo de devoción a la Virgen María: el de Inmaculada y el de Auxiliadora. La Inmaculada era una invitación constante a la pureza y a una vida de seguimiento de Cristo coherente y generosa. María Auxiliadora significaba la ayuda maternal a la Iglesia que peregrina en un mundo hostil y. también, a los creyentes que luchan en el mar
tempestuoso de la vida. "La Virgen Santísima - afirmaba - quiere que la veneremos con el
título de Marra Auxiliadora. Los tiempos que vivimos son difíciles y necesitamos que Ella
nos ayude a conservar y defender la fe cristiana" 73
María Auxiliadora, según Don Bosco, era el modelo de fidelidad en el servicio a la
Iglesia y una invitación al compromiso apostólico en la comunidad cristiana. Así lo
enseñaba a los jóvenes y a la gente sencilla del pueblo. La basílica que construyó en
Turín fue un homenaje a María y, al mismo tiempo, un gran centro de irradiación de vida
cristiana y de amor al Pueblo de Dios.
Los rasgos que caracterizan la espiritualidad de Don Bosco son dé una actualidad
incuestionable para los que son miembros de la iglesia en este final del siglo XX. Por otra parte, adoptar su manera de entregar la propia vida por el bien de los jóvenes es hoy también una garantía de fidelidad a Cristo. Dios, que enriqueció a la Iglesia con la personalidad de Don Bosco, quiere que ésta se acerque a los jóvenes, sobre todo a los más humildes y los más pobres. Su evangelización es una exigencia de siempre y, mucho más, ahora que Juan Pablo II nos llama a la nueva evangelización de un pueblo agotado por el materialismo"