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jueves, 8 de julio de 2010
Tema 6 - primera sesion: DON BOSCO, HOMBRE DE IGLESIA
Don Bosco nos quiso como "gente de Iglesia" y no podemos permanecer impasibles
ante algunas situaciones que constatamos en nuestra realidad, por ejemplo:
Cristianos sin Iglesia: Se detecta una amplia masa de jóvenes entre quienes es fácil escuchar la frase: "Dios sí; Iglesia, no". Es necesario, por tanto, aclarar la importancia de la vida eclesial en la praxis cristiana, para que nuestra vocación pueda crecer dentro de la Iglesia.
Una sociedad secularizada: Igualmente, descubrimos una marcada secularización de la sociedad actual. Recientemente, ha bajado en un 20% el número de españoles que se consideran cristianos. Por otra parte, las estadísticas siguen reflejando lo poco significativa que es la Iglesia para la mayoría de los jóvenes españoles; da la impresión de que cada vez la Iglesia tiene menos cosas que decir en temas que nos parecen de gran trascendencia para el desarrollo de nuestra convivencia social.
Nueva conciencia eclesial: Los efectos del Concilio Vaticano II, después de casi treinta años, todavía están empezando a asomar y hay muchos pasos que dar para que se hagan realidad todas las consecuencias que se derivan del hecho de definir a la Iglesia como "Pueblo de Dios" en
camino, que se caracteriza por una estructura de comunión y por la actitud de servicio al mundo.
Los Cooperadores, una "asociación de Iglesia":
Estamos llamados, por vocación, a participar activamente en la vida de las Iglesias locales y, por extensión, en la de la Iglesia Universal. Nuestra forma concreta de ser Iglesia influye en la gente con la que trabajamos. Según sea nuestro estilo concreto de "ser Iglesia", los demás la identificarán con una realidad más o menos positiva, más o menos fiel al proyecto de Jesús...
LA IGLESIA DEL TIEMPO DE DON BOSCO
Don Bosco vive en una Iglesia que hoy llamaríamos "conservadora", por su actitud "defensiva", e incluso "agresiva" ante todo lo que supusiera "novedad". Desde la Iglesia del siglo XIX, por lo general, los avances técnicos de la revolución industrial y el desarrollo de las libertades se ven como un ataque frontal a l a verdad católica. El reconocimiento de la libertad de conciencia relativiza toda la doctrina del Magisterio.
El movimiento de unificación de Italia era entendido, desde Roma, como una usurpación del derecho sacrosanto del Papa como monarca de la ciudad de Roma. En aquellos tiempos, para muchos, el Papa, los Estados Pontificios eran "otro poder al que combatir", una parte más de las muchas en litigio.
La revolución dejó tras sí un montón de "ruinas" y el convencimiento de que el caos producido fue consecuencia, sobre todo, del rechazo del principio de autoridad o, por lo menos, de haberlo echado en olvido. Se presentó entonces la autoridad papal como algo imprescindible para la restauración europea. "No puede darse sociedad humana sin gobierno, ni gobierno sin soberanía ni soberanía sin inhabilidad"'.
Según era común en la teología de la época, se daba por sentado que la Iglesia terrestre se identifica con el Reino de Dios. De aquí nace un cierto espíritu triunfalista, que proclama constantemente la victoria sobre sus adversarios. Surge la imagen de una Iglesia sin pecado, sin errores ni fallos históricos.
LA EXPERIENCIA ECLESIAL. DE DON BOSCO
Juan Bosco es un hombre de su tiempo y de la iglesia de su tiempo. No podemos esperar que tenga una visión eclesial diversa de la mayoritaria y oficial. Se educó en un seminario rígido, donde se estudiaba una eclesiología que acentuaba las características que acabamos de citar. Don Bosco, en lo "teórico", ve y concibe la Iglesia tal como se concebía, mayoritariamente, entonces.
Pero hay un hecho muy importante para entenderla "experiencia eclesial" de Don Bosco: su contacto concreto con la realidad de los jóvenes, su sentido práctico e intuitivo van a hacer que, aunque teóricamente no cuestione la eclesiología de su tiempo, él (y tantos otros), en la práctica concreta, se salgan de las coordenadas eclesiológicas vigentes entonces. Prueba de ello son los siguientes aspectos: Don Bosco no es el "sacerdote típico" de la Iglesia de esa época, no es un
sacerdote de "sacristía" preocupado solamente por impartir sacramentos. Don Bosco entiende que el sacerdote debe preocuparse de la persona como tal, de su salud física y espiritual...
Don Bosco tiene un "sentido eclesial misionero"; no esperó a que los jóvenes vinieran a él; fue él en busca de los jóvenes. Sabía que los jóvenes necesitaban a alguien en quien confiar, alguien de quien esperar una respuesta verdadera. Esta respuesta sólo puede partir de Dios. En esta línea, Juan Bosco entendía su movimiento como "pequeña Iglesia". Deseaba vivir el misterio de la Iglesia en los chicos marginados de la incipiente `revolución industrial". Don Bosco llega a definir sus Oratorios como "la parroquia de los que no tienen parroquia". Pretende que los chicos marginados y las clases populares puedan hacer una experiencia de Iglesia positiva, es decir, que perciban a la Iglesia como verdadera madre y maestra, y no, como una institución fría y lejana.
AMOR DE DON BOSCO A LA IGLESIA
Abundan en las Memorias Biográficas las frases de Don Bosco que nos hablan, bien a las claras, de cómo procuró siempre el bien de la Iglesia universal, tanto en los asuntos inmediatos y fáciles, como en los complicados: "Toda fatiga es poca cuando se trata de la Iglesia y del Papa" (MBe V, 411). "Trabajo y quiero que todos los Salesianos trabajen por la Iglesia hasta el último aliento" (MBe XIV202 y 219).
En este mismo sentido, hay que hacer mención del amor de Don Bosco a los Pastores de la Iglesia. En momentos difíciles para su arzobispo, Mons. Fransoni, nuestro Padre le ofrece su total fidelidad y apoyo. Llegados los dolorosos momentos de los problemas con el arzobispo de Turín, Mons. Gastaldi, Don Bosco secunda la voluntad del Papa León XIII y cede en sus justas razones, por el bien de la Iglesia.
Intervino también en la cuestión de las diócesis vacantes, en aquellos años grises de la historia de Italia. En 1865, había 108 diócesis italianas sin obispo. Don Bosco rezó, pensó y se lanzó a contribuir a la solución del problema: conversaciones con los políticos y con el Papa; años de estudio y de ir y venir de un sitio para otro. "Excelencia, - le dijo llanamente al ministro Lanza, en Florencia- , le agradezco la audiencia que me concede. Comprenderá la razón que me trae a S.E. Deseo el bien de la iglesia y el del Estado. Pero creo que S.E. sabe quién es Don Bosco; y, por tanto, también sabrá que, ante todo, soy católico" (MBe X, 392). El problema se fue solucionando, gracias a las enormes fatigas que se impuso Don Bosco.
Algo semejante podemos decir sobre el tema de las vocaciones sacerdotales: "Recordemos que regalamos un gran tesoro a la Iglesia cuando procuramos una buena vocación: que esta vocación o este sacerdote vaya a la diócesis, a las misiones o a una casa religiosa, no importa; es siempre un gran tesoro que se regala a la Iglesia de Cristo" (MBe V, 286- 287). Cerrado el seminario de Turín, el Oratorio de Valdocco se va a convertir en el lugar donde podrán formarse tantísimos futuros sacerdotes diocesanos. En 1883 afirmaba: "Estoy satisfecho. He mandado hacer una cuidadosa estadística y resulta que han salido de nuestras casas y están trabajando en sus diócesis más de 2.000 sacerdotes" (MBe V, 296).
Y ¿qué decir de su espíritu misionero? Eran pocos sus hijos y ya soñaba con mandarlos a tierras de misión. La voz de los "sueños" le llamaba a América: "Si yo tuviese muchos sacerdotes y muchos clérigos, los mandaría a evangelizar la Patagonia y la Tierra de Fuego" (MBe 111, 283). Es conmovedor leer el discurso de despedida de la primera expedición misionera salesiana. Uno cree estar leyendo el documento conciliar sobre las Misiones, dado su marcado tono eclesial (cfr. MBe XI, 326 ss).